Algunas desaparecieron tan rápido como la tierra comenzó a
llenarse de conquistadores. Otras languidecieron durante cientos de años hasta
morir en pleno siglo XX. Hoy, de las 35 lenguas que se hablaban en el país
antes de la llegada del hombre blanco sólo quedan 13, la mayoría a punto de
extinguirse.
No es algo nuevo ni autóctono.
Cada catorce días una lengua desaparece en todo el mundo y
se calcula que para el año 2.100 habrán desaparecido la mitad de las siete mil
lenguas que hoy existen. Estos datos fueron elaborados por un grupo de
lingüistas norteamericanos del instituto Living Tongues quienes junto a
National Geographic crearon el proyecto Enduring Voices (Voces Duraderas) para
rescatar esas lenguas que están a punto de desaparecer.
En Argentina, por ejemplo, encontraron que todavía
subsisten cuatro personas que hablan tehuelche y otras cinco que pueden hacerlo
en puelche , dos lenguas que se creían desaparecidas. “Nosotros comenzamos
con este proyecto para documentar algunas de las lenguas que más peligro corren
en el mundo y también para ayudar a las comunidades en la revitalización de su
lenguaje”, explica David Harrison.
Además de trazar un mapa con las zonas donde más peligro
corren las lenguas autóctonas, el equipo busca documentar y grabar las voces
de cada comunidad . Argentina está en la lista de los próximos viajes. La
zona figura como nivel “alto” de amenaza. Dos de esas lenguas son el vilela –de
la que quedan sólo 20 personas que pueden hablarla– y el tapieté.
Pedro Barcia, titular de la Academia Argentina
de Letras señala algunas de las causas que empujan la desaparición de una
lengua. “Son varios factores como el avance hegemónico de lenguas fuertes como
el español o el inglés, las migraciones internas que hacen que los nativos
abandonen gradualmente su lengua, por la ausencia de maestros bilingües y
también porque las nuevas generaciones prefieren hablar una lengua de
integración con un ámbito social mayor”. Barcia agrega que los esfuerzos en
nuestro país por revitalizar estas lenguas son “muy precarios, la asistencia
económica e intelectual es mayor de los organismos internacionales”.
Gregory Anderson, miembro de Enduring Voices, señala que
además de un interés “obvio” como lingüista también hay un “componente de
derechos humanos” que motiva el proyecto.
El cacán, la lengua de los diaguitas, se perdió hace más 200
años. Del tonocoté de nativos del Gran Chaco sólo quedaron registradas dos
palabras, gasta (pueblo) y gualamba (grande). Charrúa,
abippón, chané, ona, alacaluf, allentiac, yagán. Todas fueron lenguas que
algunas se hablaron en el país. Hoy ya no queda nadie que pueda pronunciarlas.
POR Mariana GARCIA
Diario La
Nación - 11-03-2012
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